Información número uno: El pasado dos de diciembre, según la Sexta Noticias, fue el día con más entregas de paquetes por correo en todo el año, gracias al Black Friday y a Amazon.

Automáticamente, relaciono la noticia con otra sobre la precariedad laboral que leí esa misma mañana en la edición online de El País:

“Amazon Flex: repartir por 14 euros brutos la hora y pagar la gasolina. La compañía estadounidense compite con las furgonetas de Seur, MRW o Correos gracias a una flota de autónomas-os que hacen entregas en sus coches particulares, un servicio que ha sido denunciado por competencia desleal” https://elpais.com/ccaa/2019/11/28/madrid/1574964742_691309.html

Esta sería una primera rebanada de compra compulsiva para un sándwich difícil de digerir, porque este “pan para hoy” es “hambre para mañana”: si compras en Amazon y centros comerciales, tus hijas e hijos tendrán empleos precarios y tú tan feliz por la velocidad de entrega y los precios “imbatibles”. Sigamos preparando este sándwich y pongamos ahora una loncha de…:

Información número dos: hace unas dos semanas arrancaba la COP25, la Cumbre Mundial del Clima, en boca de todos y una de las más mediáticas que se conoce hasta la fecha.

Parece que uno de los pocos asuntos sobre los que se ha llegado a un acuerdo es que ya toca dejar el “blablablá” y pasar a la acción en cuanto a medidas contra el cambio climático. “Tenemos que” cambiar nuestro modelo de consumo. Lo sabemos. Admiramos a Greta Thunberg. Pero ya estamos cerrando el sándwich con la segunda rebanada de pan:

Información número tres: estamos ya con los preparativos de la Navidad, y me incluyo.

Muchas personas andamos pensando en qué regalar a nuestros familiares, amigas y amigos. Llega una época de compra compulsiva, incluso estresante, en la que se regalan juguetes que, en ocasiones, solo ilusionan durante el tiempo que se tarda en abrir el paquete; unos días en los que se va a adquirir  tanta comida que no seremos capaces de consumir y que habrá que tirar a la basura, y se generarán muchos más envases y papeles para envolver.

El sándwich de conciencia se me está haciendo bola y no sé qué hacer para digerir este bocadillo “plasticoso” que, al fin y al cabo, es un reflejo de nuestra hipócrita y contradictoria sociedad. Mi mente me lleva a pensar en Irene Colmenares Arias, de la que escuché por primera vez que existía una cocina de aprovechamiento. Nombró una cosa evidente pero de la que nos hemos olvidado. Adivina. Es cuando mi exsuegra preparaba un pollo y al día siguiente comíamos los restos de este pollo con mucha cebolla y arroz y pan rallado encima (otra recuperación de antes que ahora compramos). Delicioso.

Me empiezo a sentir mal solo de pensar que vamos a encontrarnos la Cumbre del Clima hasta en la sopa para que luego acabe sin imponer ninguna sanción ni alcanzar acuerdos. Sin sanción y sin legislar, nadie avanza y menos las grandes empresas.

Socorro, necesito hablar con alguien coherente. Llamo a Irene para aliviar la tensión en el estómago. Le propongo darnos ideas sobre cocina de aprovechamiento en Navidades. Me dice que le parece interesante compartir en su blog una receta ideada con los restos de los dulces navideños que sobran. ¡Qué alivio! Se puede hacer algo… ¿Un helado? Ni idea.

Gracias a la conversación, la indigestión no ha sido para tanto. Intento recordar todas las micro medidas que pongo en marcha en casa o en mi empresa contra el cambio climático:

  • Cuando llega el frío, uso la chimenea todo lo que puedo. Al fin y al cabo, los árboles son renovables. Este año, todavía no he encendido la calefacción de gas.
  • Recojo en un cuenco el agua que sale fría de la ducha (todos los días) y le doy un segundo uso.
  • Hago compost.
  • Salgo a comprar la carne, el queso y el pescado con tupper para no generar más residuos de envases.
  • Compro leche a un ganadero de mi pueblo y hago mis yogures caseros.
  • Utilizo cepillos de dientes de bambú.
  • Ya no compro más galletas o magdalenas porque generan demasiado residuos de envases. Las hago yo con huevos de verdad una vez a la semana.
  • Vuelvo a usar las hueveras de cartón hasta que se desintegren.
  • Limpio y reutilizo las bolsas de plástico de la frutería hasta que revienten.
  • Limpio con vinagre.

Pero sigo dependiendo de mi coche y no me ducho en menos de cinco minutos, desgraciadamente. Tampoco cocino exclusivamente con productos de temporada (uso demasiados tomates). Además, me encantaría tener paneles solares en mi urbanización y que no se tirara el agua de la piscina cada año. ¡Todo lo que me queda por revisar!

A nivel empresarial, estoy promoviendo el consumo local con la mayoría de mis trabajos, con comerciantes de carne y hueso que fomentan un consumo responsable, lejos de la compra compulsiva. Promuevo el emprendimiento femenino con REM donde muchas emprendedoras intentan tener el menor impacto posible en el planeta. Pero me sigo preguntando, quizás igual que tú:

¿Qué más podemos hacer para que nuestras políticas y nuestros políticos hagan algo de verdad a favor de la protección del medio ambiente y contra el cambio climático? ¿Tienes ideas que puedas compartir?

Después de esta receta de sándwich para tomar conciencia, una noticia de las que sirven de digestivo: el pasado 4 de diciembre leo que Portugal prohíbe los plásticos no retornables con multas de más de 15.000 euros a los restaurantes.

NB 1: Aún así, bajé a la Cop 25.

NB2: Si para tu negocio decides alejarte de un modelo de consumo basado en la compra compulsiva, pídeme presupuesto.